"SER CULTO ES EL ÚNICO MODO DE SER LIBRE"

si

José Martí

("Maestros ambulantes", en revista La América. Nueva York, mayo de 1884)

martes, 28 de diciembre de 2010

Por una arquitectura de la liberación (parte 1)

Comparto un trabajo que recientemente publiqué en el Boletín digital. Patrimonio y Desarrollo No. 23 y 24, que edita el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM), adscrito al Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC), del Ministerio de Cultura cubano (MINCULT).
El trabajo viene de una  conferencia que impartí en la Facultad de Arquitectura de La Habana en septiembre de 2007 cumpliendo con una invitación del profesor Dr. Arq. Obdulio Coca, para la asignatura Proyecto 2. Esa charla se convirtió en un ensayo presentado como ejercicio final de la asignatura Análisis y Valoración del Patrimonio, -cuya profesora fue la Dra. Arq. María Victoria Zardoya-- dentro de la Maestría en Explotación y Mantenimiento de Edificaciones. La versión actual incluye aspectos abordados en otros dos artículos inéditos. Espero que interese. Ahí va la primera parte. Otro día subiré la segunda.

Por una arquitectura de la liberación. Apuntes para un ensayo (parte 1)
Resumen
A partir del cuestionamiento de los problemas actuales de la arquitectura y la ciudad y la identificación de sus relaciones con la ciencia reduccionista de la Modernidad, se defiende, en el marco de la contemporaneidad posmoderna, la validez de las distintas tendencias arquitectónicas actuales y sus métodos. Se realiza un cuestionamiento de los dogmas que han caracterizado la docencia y la práctica urbano-arquitectónicas, y se argumenta la necesidad de una crítica arquitectónica desde posiciones sistémico-transdisciplinares. Se sugiere la importancia de ello para el caso de Cuba.
Abstract
Taking as a starting point an inquest on architecture’s and the city’s present problems and the identification of their relations with the reductionist science of Modernism, it is supported – within the framework of the postmodern contemporary background-, the validation of different, current architectural tendencies and their methods. The dogmas which have characterized both teaching and urban-architectonic practices are also inquired, resulting on the argumentation about the need of architectonic criticism from systemic, transdisciplinarian points of view. It is suggested its importance for the Cuban case.
CIENCIA-PODER-ARQUITECTURA
Las últimas décadas han sido para la sociedad mundial escenario de cambios transcendentales en todas las esferas de la vida. El replanteo de aspectos filosóficos, pedagógicos y científicos ha propiciado la apertura de “…un camino de constante construcción y reconstrucción de paradigmas, conocimientos, ideas y pensamientos…”[1] que se relaciona, en última instancia, con el carácter globalizado, intercultural y abierto de la sociedad actual. Dicho replanteo de posiciones manifiesta la negación al proyecto moderno de desarrollo que, considerando a la ciencia (en los paradigmas de entonces) como la solución para todos los problemas de la sociedad, se expandió a la fuerza con la implantación de las formas de dominación capitalista. Esta concepción no sólo resultó incapaz de resolver los problemas que se había planteado, sino que de ella misma se desprendieron muchos otros males.
La revisión gnoseológica acerca de la concepción del mundo actual ha estado condicionada por la conciencia generalizada respecto a que “…la crisis del modelo occidental de desarrollo que prioriza el crecimiento económico y el bienestar material, no ha funcionado y más bien ha ahondado la pobreza y la desigualdad social, afectando además la sostenibilidad de la vida en el planeta por su acelerado deterioro ambiental y una pérdida de los valores éticos.”[2]
Dentro de este escenario resulta un objetivo fundamental reconceptuar el modo de vida urbano, en tanto constituye la manifestación más acabada de los paradigmas occidentales de vida; asimismo, se desprende la necesidad de valorar las concepciones urbano-arquitectónicas de los espacios donde la sociedad se desenvuelve. Es lo que esta aconteciendo en todas las latitudes del mundo, se trata en realidad de una de las tantas caras de “…un proceso de problematización global de la relación entre naturaleza y sociedad…”[3] muy vinculado a una serie de discursos que buscan dar forma teórica a la realidad a que se refieren.

Es en ese sentido que se deben revisar los pilares que han sustentado a la profesión del arquitecto en la Modernidad, para luego armar una Teoría de la Arquitectura como herramienta para el desempeño individual y colectivo, y así poder discriminar los aspectos positivos y negativos de las prácticas urbano-arquitectónicas de referencia.
Para entender el proceso de producción y reproducción del ambiente construido dentro de la situación descrita hay que referirse a diferentes condicionantes. Particularmente interesante resultan aquellos relacionados con la estética, y las relaciones de poder, sobre todo por lo que pueden significar para una docencia que reconoce –en mayor o menor medida— el papel histórico del arquitecto en la sociedad contemporánea y las responsabilidades que sobre sus hombros se acumulan, y para una práctica proyectual consecuente con ella.
CRISIS
No cabe dudas de que la Modernidad ha propiciado una situación mundial insostenible, una crisis de la cual se ha dicho: "…se trata de una crisis autoparcial, de una crisis cultural de civilización, de una crisis industrial/económica, crisis del oeste, crisis del este, crisis del sur y crisis planetaria,(…) la crisis ecológica no afecta más que a un aspecto, a un síntoma de una crisis mucho más radical que afecta a los principios de una inteligibilidad de las creencias asentadas y de los mitos motores de nuestra civilización. Es eneste sentido en el que efectivamente se puede hablar de crisis de civilización."[4]
Y no es que al decir esto se obvien los grandes resultados de la civilización mundial durante la Modernidad en las disímiles ramas del quehacer humano; pero si se analiza la desigualdad con que los beneficios de los mismos se han distribuido, se comprenden las razones que mueven la nueva forma de pensar. Asimismo, si se examinan las relaciones entre el saber y el poder sobre las cuales se sustenta la “aldea global”, se entiende por qué esta nueva filosofía aún está en formación y expansión.
En el caso de la Arquitectura y el Urbanismo, en particular durante la modernidad industrial y post-industrial,[5] se generalizaron modelos y formas de vida insostenibles, siendo los máximos responsables los grandes centros político-económicos del mundo, pues detrás del desarrollo urbano-arquitectónico se encuentran grandes monopolios del Diseño, la Construcción y el negocio de Bienes Raíces que se fundan en la explotación irracional de los recursos naturales y el suelo. También detrás de ellos, o delante, están los grandes monopolios de la Comunicación, encargados de promover a través de revistas u otros medios más recientes el modelo de arquitectura y ciudad que se deben consumir. De esta forma, el ambiente construido deviene en una fuerte mercancía que se globaliza, y el patrimonio edilicio y las identidades se ponen en peligro, pues se crea una cultura en contra de ellos –con mayor fuerza en los países subdesarrollados— en  tanto los nuevos patrones se instauran, para gran parte de la población, como símbolos de la prosperidad. Se establece así, soslayadamente, un recurso de dominación y explotación.
LA RELACIÓN CIENCIA-PODER-ARQUITECTURA EN LA MODERNIDAD
La arquitectura y el urbanismo probablemente puedan ser considerados el legado material más importante de una civilización, porque en él se concretan los conocimientos científicos y las consideraciones estéticas, aspectos que en la Historia Moderna –y también fuera de ella— se han visto condicionados por fuertes relaciones entre el saber y el poder, entiéndase, dependencia de los arquitectos de algún benefactor que, apoyando monetariamente, o de otra forma, le convertía en servidor. Pueden contarse muchos casos desde Miguel Ángel, pasando por Brunelleschi, Cerdá, hasta Le Corbusier. Es una relación que todavía se mantiene, aunque se manifieste en otras formas.
La concatenación de dichas relaciones, aunque en una secuencia no lineal, condujo a la aparición y desarrollo de la arquitectura del Movimiento Moderno, que se presentó desde la primera mitad del siglo XX como la verdad absoluta respecto al cómo solucionar los problemas del ambiente construido. Una secuencia mucho más desastrosa condujo a su decadencia y negación. Analicemos esto en detalle
REDUCCIONISMO, DETERMINISMO Y ARQUITECTURA
Si bien es cierto que en los albores de la Modernidad los primeros estudiosos que se atrevieron a desafiar los dogmas establecidos por la entonces reinante física aristotélica-medieval, (Kepler, Copérnico, Giordano Bruno y Galileo Galilei) “…lo hicieron desde prácticas y discursos marginales, respecto de las verdades oficiales”,[6] y que algunos de ellos fueron humillados, como el propio Galileo, mientras otros pagaron con su vida la adhesión a la teoría copernicana, como Bruno; es cierto también que la idea de la razón se impuso por sobre todas las otras formas de aprehensión de la realidad en un tiempo relativamente corto en relación con el paradigma anterior. La negación dialéctica al escolasticismo medieval que se había arraigado por espacio de diez siglos, condujo al establecimiento paulatino del método científico
que desarrollaría Descartes. En ese sentido, se plantea que el método científico llega superar la mera oratoria para perfilarse como racionalización y desencantamiento del mundo.[7]
“El incremento de la producción de los saberes científiconaturales fue simultáneo con el aumento de su influencia en la `racionalización´ del sentido común, la vida cotidiana, el arte y la metarreflexión sobre la vida social (…) Para esto fue necesario presentar la ciencia no solo como saber dominio sobre la naturaleza, sino también como un saber generador de normas sociales, donde la razón científica se erigiera en razón normativa, es decir, saber-dominio sobre la sociedad. De esta manera valores como la tolerancia, la libertad y el orden justo y racional de la sociedad emergieron como significaciones objeto de la razón científica. Esta ampliación de los resultados de la ciencia moderna a las normas de funcionamiento social representa un punto de ruptura significativo con el pensamiento anterior al siglo XVIII…” [8]
Estos hechos repercutieron directamente en la arquitectura desde el siglo XVI al XIX. El ideal de racionalidad condujo a reinstaurar los códigos clásicos en las versiones renacentistas y manieristas, se retomó el diseño de espacios diáfanos de estructuras porticadas y planos verticales y horizontales –con decoraciones relativamente simples— en contraposición a la mística del espacio gótico y sus complicados sistemas estructurales. Aún cuando el Barroco escenográfico se apoderó de las estructuras urbanoarquitectónicas, poco faltó para apostar por un sobrio Neoclásico.
Barroco. Interior de San Carlos de las Cuatro Fuente, Roma, Italia. Neoclásico. Iglesia de La Madeleine, París, Francia
Las utopías futuristas (para su época) de Ledoux dan una idea más clara del impacto del reduccionismo mecanicista en el pensamiento y práctica urbano-arquitectónicos; de igual forma, el hecho que este tipo de conocimiento se institucionaliza en escuelas técnicas que aparecen desde inicios del siglo XIX, como la Escuela Politécnica de París. Asimismo, que en 1802 se publique un Tratado teórico práctico del arte de construir, luego reeditado y tomado como ejemplo, permite comprobar “la presencia de una tendencia racionalista en la enseñanza de la arquitectura tanto en la École polythèchnique como en la École des Beux Arts”.[9] Con esta “institucionalización de la arquitectura” se consolidaba un matrimonio entre el saber y el poder que ha perdurado hasta la actualidad, en detrimento de otros enfoques aparentemente antagónicos que son negados, y lo serán en tanto el saber siga constituyendo una condición de posibilidad del poder, y el poder, una condición de posibilidad de saber.
Posteriormente, con el desarrollo de la arquitectura ferrovítrea, defensora de las nuevas tecnologías de fundición del hierro y el acero, empleada en grandes empresas como la construcción de inmensos pabellones de exposiciones o galerías por departamentos, se evidencia consolidada la relación entre la ciencia reduccionista y la arquitectura; incluso con la extensión de dichos materiales a la producción en todas las escalas del diseño, simplificando los objetos a sus aspectos más esenciales. Con la arquitectura alemana de finales del siglo XIX y la primera década del XX se dan agigantados pasos para entrar al Movimiento Moderno.
La arquitectura ferrovítrea, Torre Eiffel (1889), París.   El Palacio de Cristal, Joseph Pastón, Londres(1851)
¿LESS IS MORE?
El desarrollo industrial europeo, la contaminación de las ciudades, el deterioro del hábitat proletario marcan la situación problemática sobre la cual, condicionada por los precedentes ya descritos, se desarrollará dentro de las posiciones teóricas predominantes de la arquitectura de inicios del siglo XX una forma de interpretar la realidad que desarrolla toda una cosmovisión[10] alrededor de la ciencia. Es el caso del pensamiento tecno-arquitectónico de Le Corbusier, con su metáfora de la arquitectura como máquina de habitar y sus ideas reduccionistas y hegemónicas respecto a la ciudad, según el cual, esta podía simplificarse en espacios de Habitar, Recrearse, Trabajar, segregados entre sí físicamente, y conectables por un supervalorado sistema de transporte. Con su práctica, el arquitecto franco-suizo dejaba claro su negación a cualquier otra posición, toda vez que subvalora las arquitecturas tradicionales y establece su ruptura con la historia.
“Arquitectura es poner orden… Funciones, objetos. Ocupar el espacio con edificaciones y con calles. Crear Ambientes para que vivan los hombres y crear comunicaciones útiles para que circules. Emocionar por el juego de percepciones… Habiendo partido hacia la búsqueda de la arquitectura, nosotros hemos llegado a los dominios de lo simple. El gran arte está hecho con medios simples. Lo simple es el efecto del juicio, de la elección, es el signo de la maestría…Lo simple es una concentración.” [11]
Convertido en líder de esta tendencia del “racionalismo duro”, Le Corbusier luchará por imponerse en los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM). De hecho en el primero de ellos trata de imponer como norma el uso del techo plano.
Expresamente absolutista es también Mies van der Rohe, quien con su definitorio less is more marca en fundamentalismo arquitectónico que trajo consigo para América en los años treinta, cuando emigra a EEUU, y que vio favorecido por la acogida que tuvo en la elaboración de las torres de oficinas de poderosas compañías, y en las casas para la clase adinerada. Mies es defensor de la industrialización y ve en ella la clave del problema de los arquitectos:
“La industrialización nos permitirá resolver fácilmente los demás problemas sociales, económicos, técnicos, y artísticos de la construcción. No se trata del mejoramiento de los actuales sistemas constructivos, sino de la transformación completa del arte de construir.” [12]

Mies van der Rohe. Pabellón de Barcelona. 1929
Es preciso señalar que, si bien estas posiciones racionalistas se desarrollaron en un momento en que “…a nivel social el impacto de la ciencia moderna con su impecable sistema de leyes universales y absolutas lucía triunfante y atrayente”,[13] en realidad la ciencia físico-matemática ya encontraba fenómenos que contradecían la idea del orden como tendencia natural, es el caso del comportamiento caótico de las partículas de los gases. Si en la Física, que resultaba el paradigma de toda ciencia, lo que parecía absoluto y predecible y comenzaba a ser visto como relativo y caótico, es el caso de los planteamientos de Einstein en su Teoría de la Relatividad que superaba a la mecánica newtoniana, ¿que se podía esperar para la arquitectura? ¿Cómo aceptar que el orden racional era argumento suficiente para sostenerla?
Una posición más flexible dentro del Racionalismo parece ser Walter Gropius quien, al fundar la Bauhaus, no desea enseñar dogmas confeccionados sino actitudes imparciales, originales y elásticas:
“Que mi nombramiento diera como resultado una ‘arquitectura tipo Gropius’, me resultaría verdaderamente horrible. Lo que deseo e hacer comprender a los jóvenes cuán inagotables son los medios de reación si hacen uso de los innumerables productos modernos de nuestra era, y alentar sus propias soluciones.”[14]
Gropius defiende la importancia del método y considera la existencia de una ciencia del diseño, pero adopta una posición menos tecnocrática al considerar aspectos tanto de las ciencias que hoy llamamos fácticas como las formales, y al romper con la visión unidisciplinar para propiciar un trabajo interdisciplinario en la arquitectura. Incluso años más tarde planteó haber dejado la Bauhaus “abierta a cualquier influencia, porque consideraba que cada uno debía reelaborar por su cuenta las aportaciones fecundas”.[15]
Menos radicales dentro del Movimiento Moderno resultan las posiciones que toman Frank Lloyd Wright y Alvar Aalto, quienes imbrican magistralmente los elementos tradicionales de sus respectivas culturas norteamericana y finlandesa, y cuyas obras transitan por una variedad de formas, texturas y colores mucho más amplia que los otros maestros de la primera generación del Movimiento Moderno, situando la vinculación con la naturaleza como un motivo principal dentro en una arquitectura que vino ser llamada orgánica. Wrigth había estudiado profundamente la tradición anglosajona; Aalto, no se amarró a su “etapa blanca” para desarrollarse en un nuevo mundo de colores y formas.
No obstante el auge del Racionalismo en Europa y EEUU, paralelo a él mismo se fue gestando una oposición: la existencia de otras tendencias tempranas como el Expresionismo alemán, el Constructivismo Ruso, y hasta el Art Decó, ampliaban el escenario estético lo suficientemente como para considerar los principios del siglo XX como un momento prolífero en ideas, y para argumentar que este hecho significa la lucha por la variedad, aun cuando sea posible identificar hilos conectores entre ellas, e incluso con el Racionalismo.
Mendelsohn, maestro expresionista, plantea en una carta que “el elemento primario es la función, pero función sin sensibilidad es mera construcción… El reto es función sumada a dinámica (…) La excitación interna de nuestra época, su impulso hacia nuevos puntos de partida en todos los ámbitos de nuestra vida común, compelen al artista a volcarse en su obra y representar su propia voluntad…”[16] De esta manera, el arquitecto alemán afirma la imposibilidad de negar el sentido cultural de la arquitectura que debe reflejar los nuevos tiempos; pero resalta luego la responsabilidad que ello implica: “Más y más, empero, su personalidad se ve envuelta en la regla de la responsabilidad hacia la nueva comunidad…”[17]
Con la obra mendelshoniana, se transita por otros caminos de expresión que, si se analiza, entroncan con las concepciones de Gaudí y Van der Velde, y se verán reflejadas posteriormente en arquitectos como Eero Saarine, John Utson y hasta en Ricardo Porro.

Aunque la difusión del proyecto de la Arquitectura Moderna se vio truncado por dos guerras mundiales, después de 1945 tomó un auge extraordinario, demandado por la necesidad de reconstrucción de las ciudades europeas, o de urbanizar nuevas áreas por el crecimiento poblacional, en otros casos. En este escenario sociopolítico mundial la idea de la estandarización y modulación de las construcciones se arraigó, y los preceptos del urbanismo lecorbusieranos tomaron auge.
La arquitectura tecnocrática encontró afiliación en los grupos de poder, afianzándose hegemónicamente, y ningún discurso en su contra se presentaba como prometedor, al menos para los grupos de poder en Europa y Estados Unidos. Llega a tal extremo la situación que la idea determinista de que la forma sigue a la función comienza a globalizarse, perdiéndose incluso los propios fundamentos de la estética racionalista en un proceso de reproducción acrítica de modelos, sistemas constructivos y tecnologías que dio origen al llamado International Style La cosmovisión del “racionalismo duro” se impuso hegemónicamente en la primera mitad del siglo XX, pero aunque su influencia se extiende hasta la actualidad, sobre todo en los “países periféricos”, desde los años sesentas ha encontrado una oposición abiertamente declarada, hoy mucho más fundamentada con el relativismo científico y cultural que valida la existencia de muchos saberes.
Tras el “cansancio de las formas” de la estética de cajas blancas, y con el desarrollo de otras ciencias preocupadas en el hecho urbano-arquitectónico, como la Sociología, la Psicología, la Semiología, la Historia y la Filosofía– incluso con la difusión de la Teoría del Caos y la exposición de la Teoría General de Sistemas—, sobrevino la negación al “International style”. De hecho en 1959 se disolvió el CIAM. Fue momento para que se concretaran las propuestas formales del Brutalismo que, aunque no presentaron en su inicio una posición teórica organizada, ni aglutinó de forma oficial a sus practicantes, asumió el valor del significado como el motivo de la creación, o la expresión honesta de los materiales y las relaciones internas del objeto arquitectónico.
Tal valor tuvo esta corriente que el propio Le Corbusier incursionó en ella con sus últimas obras, sin embargo esta estética no alcanzó a expandirse con la fuerza del racionalismo, probablemente por los costos que exigía: es el caso de la ópera de Sidney, cuyo presupuesto final resultó cerca de diez veces más que el estimado inicial.
Por otra parte, la tendencia acelerada del desarrollo técnológico, (la aparición de las mallas estructurales, domos espaciales, teorías de cálculo estructural, los elementos inflables, el ferrocemento, los materiales empleados en la aeronáutica), condiciona una lluvia de nuevas utopías. Las propuestas de Archigram y otros grupos si bien serían entonces irrealizables, mostrarían nuevos conceptos de la arquitectura, que comenzaron a plasmarse en la arquitectura high-tech de los años sesenta al setenta.
¿LESS IS BORE?
Una negación mucho más intransigente es la propuesta del Posmodernismo que sí apoyó su práctica en un discurso teórico que tuvo raíces en dos textos insignias publicados en 1966: Complejidad y contradicción en la arquitectura, de Robert Venturi, y La arquitectura de la ciudad, de Aldo Rossi. En ellos, se destaca la importancia de los tipos históricos en la estructuración de la ciudad y la arquitectura. En última instancia, es una revisión a la historia de la que se retoman concepciones, métodos de trabajo, e incluso códigos formales que se reinventan creativamente, pero no propone una plataforma programática tan abarcadora como la del Movimiento Moderno para la solución de los problemas de la sociedad.
Pero el Posmodernismo fue defendido a ultranza con el mismo fundamentalismo que lo había hecho el Movimiento moderno, y con el slogan less is bore encontró el apoyo de círculos económicamente poderosos, sobre todo compañías que nacían o se expandían, que lo asumieron para crear una imagen nueva en sus edificios, especialmente en EEUU. En un tiempo relativamente corto los conceptos de tipo y lugar se convirtieron en recursos manidos y superfluos, pues la inmensa mayoría de la producción arquitectónica posmoderna devino en formas banales que encajan en el más típico kitsch.
La intención por vincular la arquitectura al lugar en realidad se convirtió en una internacionalización de ciertos códigos formales presentes en las obras divulgadas en publicaciones y exposiciones, o sea, en un intento hegemónico de imponer una arquitectura comercial que tiene su mercado más amplio en la clase media y baja de todos los países, especialmente los subdesarrollados, que siempre han estado subyugados por esta forma de colonización comercial.

No obstante, como indica Eliana Cárdenas,no puede negarse que: "...la posmodernidad ha desempeñado un papel notable en la evolución del pensamiento contemporáneo. Si de una parte constituyó una especie de “catarsis” que abrió las compuertas de la contención simbólica- expresiva que caracterizó la extensión del estilo internacional para convertirse en uno más, de otra, fue generadora de una evaluación crítica de las insuficiencias de la arquitectura moderna y abrió los ojos para comprender mejor las nuevas insuficiencias de las arquitecturas que pretendían superar las primeras a partir sólo de las apariencias.”[18]
(FIN DE LA PRIMERA PARTE)

(Ir a la segunda parte)
BIBLIOGRAFIA
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  • URZAIZ Lares, Enrique.: Arquitectura, dogmas y desaprendizaje, Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida, México, 2005.

NOTAS

[1] Urzaiz Lares, Enrique: Arquitectura, dogmas y desaprendizaje. Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida, México, 2005, pág. 11
[2] NACIONES UNIDAS PARA EL MEDIO AMBIENTE Y LA CONFERENCIA DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE COMERCIO Y DESARROLLO.: La declaración de Cocoyot: Modelos de utilización de recursos, medio ambiente y estrategias de desarrollo. PNUMA-UNCTAD-ILPES, México.1974
[3] Escobar, A.: Planificación. En: Sach, W. Diccionario del desarrollo. pp. 216-234. 1996; citado por Freddy Delgado.: La transdisciplinariedad y la investigación participativa”, Revista de Agricultura. No. 33/2004, Cochabamba, Bolivia
[4] Morin, Edgar.: Principios de los cambios sociales del Siglo XX. En: Sociología. Madrid, Tecnos. 1995. pág. 387-405 citado por Freddy Delgado, Op. Cit
[5] Se hace referencia a los siglos XVIII hasta la actualidad, considerando la modernidad pre-industrial desde el Renacimiento hasta entonces.
[6] Díaz, Esther.: “La filosofía de la ciencia como tecnología de poder político social”, artículo digital en http://www.estherdiaz.com.ar/textos/filosofia_ciencia.htm (consulta: abril del 2007)
[7]  Bunge, Mario.: Epistemología, Ed. Ariel, Barcelona, 1980, pp29 y30. (Citado por Hernández, Hiram, pág.8)
[8] Hernández Castro, Hiram.: Poder saber: una ciencia política de la liberación, Editorial Ciencias sociales, La Habana, 2005. p.16-17
[9] Cárdenas, Eliana.: Problemas de Teoría de la Arquitectura, Guanajuato, México, 1998, pág. 45.
[10] Entiéndase, sistema de creencias, valores y comportamientos comprometidos
[11] Le Corbusier.: Hacia una arquitectura, Buenos Aires, 1939, pág.125.
[12] Citado por Cárdenas, Eliana en  Problemas de Teoría de la Arquitectura.
[13] Díaz, Esther.: Efectos socioculturales del desarrollo tecnocientífico en Estudios Sociológicos, Colegio de México, México, Vol. XXI, Nº 62, mayo-agosto de 2003. Consulta digital en http://www.estherdiaz.com.ar/textos/tecnocientifico.htm
[14] Gropius, Walter.: Alcances de la arquitectura Integral.
[15] Gropius, W.: “Carta a Tomás Maldonado”, octubre de 1963. citada por Cárdenas, E.: Problemas de Teoría de la Arquitectura
[16] Mendelsohn, E.: Cfr. Banham, R.: Teoría y diseño… pág.172; citado por Cárdenas, E.: Problemas de Teoría de la Arquitectura
[17] Idem.
[18] Cárdenas, Eliana.: Problemas de Teoría de la Arquitectura, Universidad de Guanajuato, México, 1998. pág.98

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